El hallux rigidus es la artrosis de la articulación metatarsafalángica del primer dedo del pie, lo que provoca una limitación de la movilidad del dedo gordo que, con el tiempo, va siendo cada vez más dolorosa e incluso puede causar trastornos en el resto del pie (metatarsalgias por insuficiencia).
El hallux rigidus se trata de forma conservadora en estadios iniciales, pudiendo ser especialmente útil los calzados con suela rígida que dificulten la flexión metatarsofalángica en el despegue, plantillas con una extensión rígida que haga esa misma función de limitación de la movilidad articular, o calzados tipo MBT (Masai Barefoot Technology), que son zapatos con una suela en balancín que nos ayudan en la propulsión, disminuyendo la necesidad de mover esa articulación lesionada. Los analgésicos o la fisioterapia también pueden ayudar a mejorar los síntomas dolorosos.
La cirugía está indicada cuando el tratamiento conservador ya no es eficaz. Existen diferentes técnicas quirúrgicas en función de múltiples factores como el tipo de pie, la longitud de los metatarsianos, la edad, el grado de afectación articular… pudiendo diferenciar entre:
– Artrodesis: fijación de la articulación metatarsofalángica con tornillos/placa.
– Queilectomía: resección de osteofitos y limpieza articular
– Osteotomías: acortamiento del primer metarsiano para descomprimir la articulación y/o de la falange proximal para mejorar la dorsiflexión.
– Artroplastia de resección: resección de la base de la falange proximal del primer dedo,
reservada en la actualidad para pacientes mayores con muy poca demanda funcional.
El objetivo de la intervención consiste en aliviar el dolor y la función.