Es la pérdida del arco interno del pie, generalmente asociado a una desviación en valgo del retropié. El pie plano es característico de los primeros años de vida, hasta los 6-8 años, no debiendo ser una causa de preocupación si no es sintomático. Cuando el arco del pie se recupera en descarga o cuando se tensa la fascia plantar, el pie plano es flexible, a diferencia del pie plano rígido, que se mantendrá aplanado incluso en descarga. La obesidad y la hiperlaxitud ligamentosa son causas que favorecen el desarrollo de un pie plano infantil.
El tratamiento inicial consiste en la indicación de ejercicios que potencien el desarrollo muscular del pie, así como recomendaciones de calzado con contrafuerte duro que evite la deformidad del retropié. Las plantillas no han demostrado modificar la evolución de la enfermedad, pero sí podrían ser de utilidad para mejorar el apoyo y disminuir el desgaste anómalo del calzado, así como mejorar la sintomatología. Se recomiendan plantillas que aporten un gradiente supinador (cuña varizante del retropié) y soporte del arco interno, en material semirrígido.
En casos sintomáticos o con gran deformidad la cirugía puede ser necesaria, existiendo diferentes técnicas quirúrgicas en función de la causa del pie plano. Diferentes opciones quirúrgicas a valorar pueden ser la resección de una coalición tarsal, técnicas que bloqueen la progresión, como el calcáneo-stop o la artrorrisis, osteotomías que mejoren la alineación ósea o incluso artrodesis (fusión ósea).